domingo, 9 de noviembre de 2008

Cesaria Evora

Cesaria Evora
Cesaria Evora

Cesaria Evora
Cesaria Evora


Cesaria Evora: “Soy una mujer africana”, se define Cesaria Evora. Algo evidente para quien haya escuchado su voz espesa, envolvente, indeciblemente triste.. Una mujer, podría agregarse, del Africa Portuguesa. De una pequeña colonia en una isla llamada Mindelo, en un pequeño archipiélago conocido como Cabo Verde y situado frente a la costa de Senegal. Una hermana cultural de los descendientes de los esclavos llevados a Brasil. Quizá por eso Caetano Veloso es uno de sus seguidores más incondicionales.

La música de Cesaria Evora, « la diva descalza », se llama morna. Un género en que las letras, en criollo, hablan invariablemente de amor y de distancia (¿de qué otra cosa podría hablarse en una isla?). Una música que ha encandilado al mundo y con la que desde 1988 ha vendido casi 5 millones de álbumes en todo el planeta...

Su último trabajo, el que ahora presenta en directo, se titula Rogamar: de rogar, rezar, y mar, el siempre presente mar… Un disco fresco, melancólico, oceánico, con el que Cesaria Evora nos invita a acomodarnos cálidamente al borde de la costa africana.

Ésta es la ecuación de Cesaria Evora:

Su primer término es un archipiélago atlántico: diez islas situadas océano adentro de la costa de Senegal en dirección a las Américas; un clima saheliano cuya aridez se compensa con el constante vaivén del mar y la tambaleante oscilación de una música que ha asimilado con éxito África, Portugal, Inglaterra, la salsa, la samba, la quadrille, el lundum y el fado.

Su segundo término es una cantante cuya voz lleva indeleblemente grabada la marca de Lusitania, con un registro nostálgico y un sentido de la celebración, las danzas del día de San Juan y unos simpáticos carnavales tremendamente paganos.

Finalmente vienen las variables… Con Cesaria, hay muchas. Primero, los compositores y el extraordinario buen gusto que ella demuestra al escogerlos. En el puerto de Mindelo de la isla de São Vicente, dirían que esta artista tiene una especie de radar innato que le permite detectar los peligros y esquivar los arrecifes traicioneros, y la capacita para confiar en lo mejor – en este caso, Manuel de Novas, ex-piloto de puerto, y Teofilo Chantre, el músico de París, inextricablemente unido al cordón emocional de la saudade de su país nativo, el blues portugués. Por lo demás, Cesaria ayuda a los jóvenes talentos también… “Han nacido y crecen. Yo soy la única que envejece”, comenta bromeando. Dos de estos nuevos compositores de canciones aparecen en Rogamar, son muchachos de gran talento procedentes de Mindelo, llamados Constantino Cardoso y Jon Luz; de este modo, estilos musicales como la morna y la coladera no serán tragados por la globalización del sonido…

La emperatriz Cesaria elige de entre su repertorio de compositores según le indica su paladar (que significa “paladar” y “gusto” en portugués). “Quel flor qu’tita murchà/Quel criançà qu’tita tchorà/Quel nuvem qu’tita passà/E sodade/E tristeza… Munda ta mudà/Ma nha estoria ta f’cà”… Um Pincelada, de Teofilo Chantre y Vitorino Chantre, es poesía en estado puro que se podría traducir (aunque no habría que hacerlo necesariamente, teniendo en cuenta la belleza del fraseo) de la siguiente manera: “Esta flor que se marchita, este niño que llora, esta nube que pasa, es nostalgia, es tristeza… El mundo cambia, pero mi historia continua”. ¿Cómo deben cantarse estos versos? ¿Con tristeza? ¡De ninguna manera! Cesaria les da ritmo. Rogamar consigue enfriar lo caliente y calentar lo frío.

Otra variable en la ecuación de Cesaria es la de sus músicos. Rogamar apela a todo el talento de Fernando Andrade, aka Nando, el pianista de Cesaria desde 1999, que aporta una alegre melancolía tropical a la producción del álbum. Además, seis de los quince temas presentan a Jacques Morelenbaum, un extraordinario violonchelista brasileño, arreglista y escultor de sonido, al lado de Caetano Veloso, Mariza y Ryuchi Sakamoto.

Guitarras, piano, violines (violines de la calle intactos, directos y cándidos) y ritmos singulares… Hay miles de desconocidos detrás de las semejanzas evidentes (el mundo personal de Cesaria). Al tener ahora un estudio en Mindelo, Cesaria ha podido trabajar con músicos locales. La batucada, es decir, el conjunto de percusión de la isla de São Vicente, tiene un redoble de tambor muy especial, que se reproduce aquí. Lo mismo ocurre con los tambores del Día de San Juan (el solsticio de verano, que se celebra con gran pompa el 24 de junio), que aparecen sutiles y sincopados en Rogamar.

En resumen, Cesaria Evora es una ecuación con bastantes incógnitas. Como los secretos son un misterio, ha vendido casi cinco millones de álbumes en todo el mundo, aunque el futuro que una vez le predijeron fue una parada efímera en el sol. Desde 1988, el año de La Diva aux Pieds Nus (La diva de los pies descalzos) y su aparición en el mercado occidental, ella misma dice: “he cumplido con todas mis obligaciones…” Plenamente, podríamos añadir, y manteniendo las riendas de su propio destino. Fuente Syntorama